Cada año se celebraba un gran concurso entre las congregaciones de dioses creadores de seres, plantas y objetos sin vida, de todas las latitudes del planeta, en el cual, los mismos, eran premiados según su capacidad por ingeniarse un ser, planta u objeto que destacara entre los otros. De allí que hubiera osos con trompas largas para comer hormigas, pájaros regordetes que no podían volar y en cambio se deslizaban sobre sus barrigas por caminos de nieve, rumiantes que en vez de comer manga tenían cuellos tan altos como los arboles y comían hojas tiernas, insectos que luego de reproducirse devoraban a su pareja, flores caprichosas que solo florecían una vez al año y durante la noche, plantas que comían insectos y otro sinnúmero de creaciones bastante elaboradas.
Decepcionados y un poco avergonzados con el descarrile de los primates humanos, diseñados con mucho esmero y con una esperanza de que alguna de las creaciones vivas ya sueltas en la tierra, pudiera también crear “maravillosidades” partiendo de elementos existentes, ( cosa que si lograron con el pasar del tiempo, tampoco podemos ser tan injustos en este cuento ) pero que en cambio ya se perfilaban como los seres más egoístas, parlanchines y sobre alimentados del planeta, los dioses de la selva estaban bajo presión. Sí o sí tenían que lucirse. El concurso de los creadores se aproximaba, y el tema de este año era “ la gracia”. Ya habían recibido de los jóvenes dioses estudiantes varias propuestas como culebras de muchas cabezas, árboles de frutos que hablaban, lianas que al comerlas harían ver fantasmas ( estas, fueron presentadas unos años después y ganaron el concurso ) y piedras diminutas y brillantes más fuertes que el metal ( otros ganadores en años venideros ) pero ninguna de estas creaciones cumplía con el hecho de tener “gracia” es decir de ser “grácil”. La culebra de varias cabezas con seguridad tropezaría contra algún tronco quedando una cabeza a cada lado lo que la haría ver torpe, y los otros no poseían movimiento inmediato. Había angustia en el recinto de los dioses de la selva. No podían permitirse otra equivocación. Subían las ansias, algunos no dormían. No habían dado con ese toque, ese no se qué no se donde. Por suerte, un día, un dios muy famoso, galardonado por haber creado a los tigres, leones, y pumas, se paseaba por su jardín de felinos revisando estampados, colmillos, garras y crías preciosas cuando de pronto tuvo un chispazo de esos que se suben por la columna espinal y hacen sacudir la consciencia y explotar vesículas de serotonina, dopamina y oxitocina a chorro.
Salió volando a lo que le daban las alas y llegó al comité central de los dioses de la selva: LO TENGOOOO.
Los otros dioses líderes voltearon a mirar esperanzados y, claro, como siempre, algunos con envidia, pues ellos también querían TENERLOOO.
Expuso su idea a borbotones pues cuando hay una gran idea es mejor exponerla así, fluida, no vaya a ser que se pierdan las esquinas y esta termine por dispersarse, mutar, o lo que es peor, llegar a otra mente que si pueda materializarla.
Entonces dijo: Crearemos un mini felino que permanezca mini toda su vida. Que tenga la gracia de los otros felinos, pero que sea apacible, que tenga pieles con diversos estampados y grosores o hasta sin mucho pelo, es decir para todos los gustos. Que pueda quedarse mirando fijamente, que tenga ojos grandes transparentes, y brillantes y de colores hermosos, que pueda, con los mismos, hacer ese gesto de “ yo no fui” ¿Cómo es que se llama? Ah, si, ternura, ese que otorgamos a los humanos pequeños.
Y ojo a esto, el toque mágico: que con sus patitas pueda hacer ciertos masajes como señal de afecto y que al contemplarle la espalda sienta cierta emoción y que al rascarle las orejas haga un sutil temblor que produzca la misma sensación que el mantra OMM. ( a este temblor lo llamaron ronroneo y fue todo un éxito ). Que no emita rugidos duros sino tiernos sonidos algo así como curruuu o fuuuu o miauuu, ( se decidió que sería miauu ) que entienda cuando otro animal siente tristeza y entonces lo busque y se enrosque junto a ese animal o ser. Que no muera fácilmente, de hecho, que pueda caer varias veces desde grandes alturas, puede ser 7, si me gusta el 7.”
Los otros dioses quedaron estupefactos. Era perfecto. Sin precedentes. Lo llamaron GATO.